Levantada en la comarca del Comtat, esta construcción sorprende al viajero por su silueta sólida y su emplazamiento en altura, desde donde se divisan los valles circundantes. A lo largo de los siglos ha sido vivienda, ruina olvidada y finalmente recurso cultural, hasta recuperar el protagonismo como símbolo de identidad local y atractivo turístico para quienes buscan enclaves históricos alejados de las rutas más concurridas.
Se trata de la Torre de Almudaina, erigida en la primera mitad del siglo XIII durante el periodo almohade. Formaba parte del recinto fortificado de la antigua alquería conocida como al-Mudayyina, origen del nombre actual del municipio. Declarada Bien de Interés Cultural, su restauración permitió abrirla al público en 2009 y convertirla en un museo de sitio donde los muros muestran las huellas de más de ocho siglos de historia.
El edificio tiene planta cuadrada y unos trece metros y medio de altura, distribuidos en varias plantas a las que se accede por una escalera interior. Sus paredes de tapial conservan las marcas de diferentes fases constructivas, y en el interior se ofrece un discurso museográfico que guía al visitante por la evolución de la torre y de la localidad a lo largo del tiempo. El escritor Gabriel Miró la describió en Las cerezas del cementerio como “cuadrada y ruda”, una imagen literaria que ha perdurado como reflejo de su carácter sobrio y monumental.
Visitas y entorno cultural
Las visitas guiadas, con una tarifa general de 6 euros, permiten conocer la arquitectura y el proceso de recuperación del edificio. Existen entradas reducidas a 4,50 euros y gratuitas para menores de ocho años. Los horarios se extienden de martes a domingo por la mañana y los sábados también por la tarde, permaneciendo cerrado los lunes. El recorrido incluye además un espacio urbano renovado que acompaña a la torre como centro cultural.
Hoy, la Torre de Almudaina se integra en un paisaje rural marcado por la tranquilidad de un pequeño municipio agrícola del interior de Alicante. Desde su cima se contempla la sierra de Mariola y el Benicadell, recordando que esta torre fue concebida como atalaya y defensa, y que su valor actual reside en ofrecer al visitante una experiencia histórica singular en el corazón de la montaña alicantina.
Fuente: El Confidencial