Agencia Islamica de Noticias, Thursday 25 de April de 2024
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De Mali a los EE.UU.: viaje de un chico que se consagró en el básquet en medio del Ramadán

De Mali a los EE.UU.: viaje de un chico que se consagró en el básquet en medio del Ramadán

Su altura de 2,06 lo llevó de Mali al básquet universitario, una competencia entre 68 equipos en busca de un campeón nacional (NCAA) donde fue campeón y figura en medio del Ramadán.
Agencia Islámica de noticias
Wednesday 05 de Apr.
Adama Sanogo, el basquetbolista maliense de Connecticut

Este año, el final four de la NCAA se jugó en el NRG de Houston, un estadio de futbol americano, y la figura fue un chico de Malí, un jovencito que hasta hace unos años se ganaba la vida lavando autos.

Adama Sanogo nació hace 21 años en Bamako, la capital de esta nación de África oriental, la idea de un futuro mejor para Adama era la misma de muchos jóvenes en esa tierra: aprovechar sus virtudes físicas, conseguir alguna beca de estudios en el exterior, generalmente en Francia, y recibirse.

Su primer impulso siempre fue el fútbol, disciplina en la que aprovechaba su sorprendente altura ubicado como defensor central y mientras soñaba con gambetas y goles, Adama colaboraba con la economía familiar trabajando junto a sus seis hermanos en el lavadero de autos que habían montado sus padres. 

La oportunidad de su vida le terminó llegando cuando un cazatalentos detectó sus 2 metros de altura pateando una pelota, lo alentó a jugar al básquet y poco después un tío le consiguió una vacante en una secundaria de Nueva York.

Fue así que el chico maliense armó su valija y se fue solo a probar suerte a los Estados Unidos, con 14 años, para alojarse en una casa de familia. Además del idioma bambara de Malí, hablaba francés y árabe pero ni una palabra en inglés. Tras un primer año duro, como él mismo reconoció luego, logró adaptarse y le fue muy bien tanto en la cancha como con los libros, logrando que varias universidades fueran en su búsqueda: la elegida fue la UCONN de Connecticut, y en su tercer año como jugador de los Huskies se consagró como gran figura y campeón nacional, haciendo que todos los ojos de USA ahora se posen sobre sus 2,06 metros de altura.

Los números, ese factor que decide todo en estos niveles de competencia, dan cuenta de una actuación superlativa del joven africano: en la final ante San Diego completó 17 puntos y 10 rebotes. Pero durante los cinco partidos previos acumuló un promedio de 20,2 puntos, 9,8 rebotes y un 68% de efectividad en tiros de campo, igualando estadísticas de viejas glorias como Hakeem Olajuwon o Christian Laettner.

Pero además de jugar contra otros equipos rivales, Adama tuvo que enfrentar un rival extra: el hambre. El 22 de marzo comenzó a celebrarse el mes de Ramadán y tanto el joven basquetbolista como otros dos compañeros musulmanes, se vieron obligados a mantener ayuno de alimentos y líquidos desde la salida hasta la puesta del sol. En uno de los juegos, contra Miami, tuvo apenas 10 minutos de tiempo para tomar agua de coco y unas barras energizantes. En otra fase eliminatoria, ante Gonzaga, recién pudo comer unas bananas y naranjas en el entretiempo: su equipo pasó de ganar por 7 a terminar con una ventaja de 28.

"Hago esto desde los 14 años, creo que juego mejor cuando estoy en ayunas", plateó Sanogo, y agregó: "Me siento un poco más ligero sin comer nada en todo el día, así que puedo correr un poco más rápido”.

El joven también reconoció que tras las frustraciones de los últimos dos torneos, este año se planteó seriamente no dar ventajas con la alimentación y no cumplir con el Ramadán. Le sirvió investigar la experiencia del mencionado Olajuwon, que lograba hacerlo sin bajar su rendimiento."Esa es una de las razones por las que lo estoy haciendo. Si lo hizo él, ¿por qué no puedo hacerlo yo?", explicó.

Los nutricionistas del equipo estuvieron pendientes de su salud y lo despertaban a las 4 de la mañana, antes del amanecer, para que comiera lo suficiente como para mantenerse durante 16 horas sin beber ni probar alimentos. Todo el mundo se sorprendió por el nivel de disciplina, su buena actitud y su respuesta física. Tanto o más importante que su puntería con las canastas, esos atributos parecieran asegurarle un futuro próximo en la NBA.

Adama está camino a ser un deportista de elite y tiene claro cuáles son sus objetivos en el básquet profesional. Por un lado desea mejorar la calidad de vida de su familia, que sigue viviendo en África, por el otro ya trabaja en un proyecto vinculado a abrir escuelas en su país para fomentar la educación y el deporte, informó el diario Clarín.



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