En declaraciones a los periodistas a bordo del vuelo Beirut-Roma, el Papa enfatizó que la coexistencia entre religiones no solo es posible, sino que ya es una realidad cotidiana en el Líbano. 

El pontífice instó a las sociedades occidentales a "ser un poco menos temerosas" y a promover un diálogo genuino entre cristianos y musulmanes, citando las numerosas expresiones de solidaridad que presenció durante su viaje a Turquía y el Líbano.

Al ser preguntado sobre los conflictos en Oriente Medio y Ucrania, León XIV reafirmó el compromiso de la Santa Sede de realizar esfuerzos diplomáticos discretos pero constantes en favor de una paz "duradera y justa". También abordó las tensiones políticas en Venezuela, abogando por el diálogo en lugar de la intervención militar. Finalmente, el Papa desestimó los temores de un cisma con la Iglesia en Alemania, subrayando la importancia de la sinodalidad y el respeto a las diferencias culturales en la vida de la Iglesia universal.

Al destacar la naturaleza "política" de ciertos temores en torno al islam, León XIV adopta una postura valiente que rompe con las narrativas identitarias dominantes en Europa y Norteamérica. 

El Papa nos recuerda que la cuestión religiosa se explota con demasiada frecuencia para alimentar la ansiedad colectiva sobre la inmigración, desviando la atención de los verdaderos problemas sociales y económicos. 

Su llamado a la coexistencia, inspirado en el modelo libanés, contrasta con un clima de crecientes tensiones identitarias. Esta postura, al priorizar el diálogo genuino por encima de las fantasías securitarias, envía un mensaje contundente a las sociedades occidentales que se enfrentan a la polarización y al auge de la retórica xenófoba.