El Pontífice estadounidense recibió una gran acogida por parte de los líderes espirituales libaneses en su primer día de visita: varias vallas publicitarias con su cara llenaron las carreteras de la capital, Beirut, y miles de libaneses de a pie desafiaron la lluvia de la mañana para asistir a la ruta de su comitiva.
En la reunión interreligiosa celebrada en la Plaza de los Mártires de Beirut se congregaron bajo una carpa los patriarcas cristianos del Líbano y líderes espirituales suníes, chiíes y drusos. Tras escuchar himnos y lecturas de la Biblia y el Corán, León XIV elogió la tradición de tolerancia religiosa del Líbano.
"En una época en la que la coexistencia puede parecer un sueño lejano, el pueblo libanés, al tiempo que abraza diferentes religiones, se erige como un poderoso recordatorio de que el miedo, la desconfianza y los prejuicios no tienen la última palabra, y que la unidad, la reconciliación y la paz son posibles", afirmó el último representante de San Pedro según las creencias católicas.
El mensaje del Papa León hizo hincapié en lo cruciales que son para la Iglesia tanto el Líbano como su población cristiana, un lugar del que San Juan Pablo II dijo célebremente que era más que un país, sino un mensaje de libertad para el resto del mundo. Al final del acto, los líderes espirituales plantaron un olivo como símbolo de paz.
Aunque el Líbano se cita ahora a menudo como modelo de coexistencia religiosa, no siempre ha sido así. La guerra civil que asoló el país entre 1975 y 1990 se libró en gran parte entre sectas, informó Euronews.