En Chalon-sur-Saône, el alcalde republicano Gilles Platret firmó un decreto que prohíbe la bandera palestina en los espacios públicos durante tres meses, con el pretexto de prevenir "alteraciones del orden público".
Esta medida, tan arbitraria como simbólicamente onerosa, fue inmediatamente denunciada por la Asociación Francia-Palestina Solidaridad 71 (AFPS 71), que la consideró un preocupante giro hacia la estigmatización de un compromiso pacífico y legítimo.
En su aparición en BFM TV, el alcalde intentó justificar esta prohibición afirmando: "La bandera palestina se ha convertido en una bandera de revuelta. Se la ha visto en Chalon, en los Campos Elíseos, en el Puente del Alma... ondeada ante la policía, a veces acompañada de una losa".
El alcalde añadió que esta medida, destinada a calmar las tensiones, es "proporcionada" y se limitaba a tres meses. Un argumento que lucha por ocultar el carácter demagógico de la decisión, basada en una peligrosa amalgama entre un símbolo político y cultural y un comportamiento violento aislado.
Al prohibir una bandera —símbolo de un pueblo, una causa internacional y una lucha por el reconocimiento y la justicia—, Gilles Platret no combate la violencia: la desvía, la explota y designa un chivo expiatorio. ¿Deberíamos temer ahora que cualquier muestra de solidaridad con los palestinos se convierta en un delito doloso? El simple izamiento de una bandera se convierte aquí en una «provocación», un «llamado al desorden» o incluso en un factor de «violencia», una tendencia preocupante en una democracia.
La Asociación Francia-Palestina Solidaridad 71, con sede en Chalon desde enero de 2024, señala que las once manifestaciones que organizó —todas registradas y pacíficas— se desarrollaron sin incidentes, con la presencia de las fuerzas del orden y la prensa como testigos.
Platret se indigna al ver su compromiso caricaturizado y criminalizado, en un contexto donde aumentan las voces a favor de un alto el fuego en Gaza, incluso dentro de la sociedad civil judía.
«Esta prohibición no es más que un pretexto. Su único propósito es silenciar la solidaridad, crear distracción y sembrar el miedo», declara la asociación, que llama a la movilización a todos los ciudadanos comprometidos con las libertades fundamentales.
Festi'Palestine, programado para el 8 de junio en Morlay, se convierte así en mucho más que un evento cultural: es una respuesta colectiva y decidida a la censura, la intimidación y la arbitrariedad.