La Conferencia de Líderes Religiosos de Francia (CRCF) publicó el 15 de mayo un artículo en Le Monde sobre el final de la vida. El mensaje conjunto e inédito no trata sobre argumentos ni posiciones dogmáticas, sino que advierte sobre una ruptura con la antropología.
Mientras el proyecto de ley para legalizar la eutanasia y el suicidio asistido se debate actualmente en la Asamblea Nacional, católicos, protestantes, ortodoxos, judíos, musulmanes y budistas publican la primera declaración pública y conjunta del CRCF desde la reanudación de las conversaciones en junio pasado y la reunión con Emmanuel Macron en otoño de 2023.
"Tras un aparente deseo de compasión y supervisión, este texto supone un cambio radical: introduce legalmente la posibilidad de administrar la muerte -mediante suicidio asistido o eutanasia-, alterando profundamente los fundamentos de la ética médica y social", denuncian unánimemente.
No se trata de una cuestión de posturas dogmáticas ni de argumentos religiosos, sino de una convicción compartida: legalizar la eutanasia y el suicidio asistido conduciría a una ruptura antropológica.
"La inclusión de la muerte asistida en el Código de Salud Pública constituye una distorsión de la medicina. Viola directamente el juramento hipocrático y el principio fundamental del cuidado, que busca aliviar, sin matar jamás", continúan.
Muchos cuidadores expresan su consternación: encargarse de causar la muerte de un paciente constituye una transgresión radical de su misión y corre el riesgo de instaurar una cultura de la muerte donde la medicina siempre se ha construido como un servicio de cuidado para la vida.
La promesa de un apoyo digno tiende a desvanecerse detrás de una opción terminal presentada como solución. Esta ruptura antropológica no debe quedar enmascarada por la expresión, casi neolengua, de "muerte asistida".
"La terminología elegida enmascara la verdadera naturaleza del acto: la administración voluntaria de un producto letal", continúan los firmantes.
Establecer este "derecho" también pone en peligro dos pilares fundamentales de la sociedad: la fraternidad y la solidaridad.
"La introducción de este 'derecho' corre el riesgo de ejercer una presión sutil pero real sobre las personas mayores, los enfermos o las personas con discapacidad", continúan.
La mera existencia de esta opción puede inducir en los pacientes una culpa tóxica: la de ser una carga. En los países donde se ha legalizado la eutanasia, las solicitudes siguen aumentando y se observa una preocupante disminución de la inversión en cuidados paliativos.
Los líderes religiosos expresaron en su declaración: "La promesa de un apoyo digno tiende a desvanecerse detrás de una opción terminal presentada como solución", según AICA.