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Wednesday 09 de July de 2025
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Testour, la ciudad tunecina donde el tiempo corre hacia atrás

Testour, la ciudad tunecina donde el tiempo corre hacia atrás

Fundada por moriscos expulsados de Al Ándalus cuatro siglos atrás, preserva los orígenes a través de su arquitectura y su tradición.
Agencia Islámica de noticias
Wednesday 14 de May.
La mezquita de Testour con el reloj invertido

En un fértil valle del interior de Túnez, a orillas del río Medjerda, se conserva un pedazo de Al Ándalus. El lugar se llama Testour. Ciudad situada a unos 80 kilómetros al oeste de la capital, fue fundada hace más de 400 años por moriscos expulsados de la península Ibérica. 

Desde entonces, sus habitantes han preservado la memoria de los antepasados a través de sus tradiciones, su arquitectura, su vestuario, su música y, por supuesto, sus apellidos. En Testour uno puede toparse fácilmente con algún Gmach (Gómez), Rouissi (Ruiz), Kortobi (Córdoba), Koundi (Conde) o Fourti (Fuerte).

La joya arquitectónica es una mezquita única en el mundo: un templo donde no solo convergen elementos del islamismo, el cristianismo y el judaísmo… sino que cuenta con un reloj, más propio de un campanario que de un minarete. Y por si no fuera suficientemente exótico, sus manecillas giran hacia atrás.

En la Gran Mezquita de Testour se aprecian técnicas decorativas heredadas de Al Ándalus, como ciertos motivos florales y geométricos. También el diseño de los arcos evoca el estilo mudéjar. En cuanto a las columnas con capiteles corintios, provienen de yacimientos romanos próximos. De hecho, la misma Testour fue levantada sobre los vestigios de una ciudad romana llamada Tichilla.

El minarete, una torre octogonal de 22,5 metros, recuerda a las iglesias de Castilla o Aragón. En su parte superior, dos estrellas de David son testimonio de una época de hibridación entre religiones. Pero lo más sorprendente es ese reloj invertido que, según la leyenda, representa la nostalgia de los moriscos por su pasado. Sus agujas, que estuvieron inmóviles durante tres siglos, se restauraron en 2014. Fue a iniciativa de un ingeniero, Abdel Hamid Koudi, que quiso rendir así homenaje a sus ancestros.

El perfil de la Gran Mezquita sobresale entre los árboles de la plaza principal de Testour, llamada de las Tres Culturas en alusión a la convivencia entre las tres grandes religiones. Situada en el corazón del casco antiguo, es el centro de la vida social. Ahí se dan cita las grandes celebraciones, como mercados, festejos y conciertos. Otros puntos de interés de la ciudad son los baños moriscos, la señorial casa Habiba Msika, la mezquita Hanafi y el mausoleo del rabino Fradji Chaouat.

Una primera ola de inmigrantes –en su mayor parte, procedentes de Aragón y Castilla, pero también de Valencia y Catalunya– llegó a Testour en 1610 huyendo de Khirufa, 12 kilómetros al norte, donde los gobernadores locales gravaban sus cosechas con unos impuestos draconianos. Las familias arrancaron vides y árboles para replantarlos en sus nuevos terrenos. Pocos años después, una segunda ola acudió a la ciudad ampliándola con dos barrios más. Fue entonces cuando se erigió la Gran Mezquita.

Hoy el valle del Medjerda sigue ofreciendo un verdeante paisaje de olivos y frutales. Y uno de sus cultivos más emblemáticos son los granados. De hecho, la granada –llamada “fruta del cielo” por los locales– se ha convertido en una seña de identidad. Testour organiza anualmente un festival dedicado a ese fruto coincidiendo con su época de recolección, a finales de octubre o principios de noviembre, según La Vanguardia. 





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