El tradicional mensaje de Pascua del rey Carlos III de Inglaterra se ha convertido este año en inesperado protagonista de debate y controversia. Cada año, los monarcas británicos dirigen unas palabras solemnes con motivo de esta festividad cristiana, resaltando valores como el amor, la esperanza o el sacrificio. Pero esta vez, el texto —con tono espiritual y reflexivo— ha llamado la atención por un detalle muy concreto que no ha pasado desapercibido.
El mensaje, que comienza haciendo alusión al gesto de Jesús en Jueves Santo "lavando los pies de sus discípulos", resalta con profundidad la enseñanza de humildad, compasión y entrega que define el cristianismo. Sin embargo, pronto da un giro que ha hecho levantar muchas cejas.
En uno de sus párrafos centrales, el mensaje real destaca que el amor demostrado por Jesús también refleja “la ética judía de cuidar al extranjero y a los necesitados”, para luego añadir que este sentimiento es “un profundo instinto humano que resuena en el islam y otras tradiciones religiosas”.
La frase, que pretende ser inclusiva y universal, ha sido interpretada por algunos como una apertura ecuménica… y por otros, como una desafortunada equiparación en un contexto reservado al cristianismo.
En la red X, las reacciones no se hicieron esperar. Mientras algunos usuarios aplaudieron la “sensibilidad interreligiosa” del monarca, otros se mostraron molestos: “Cuando felicita el Ramadán no menciona a Jesucristo. ¿Por qué ahora el islam sí entra en un mensaje cristiano?”, protestaba un tuitero. “El cristianismo se celebra sin complejos. ¿Por qué necesitamos justificarlo siempre con otras religiones?”, añadía otra usuaria.
Los más críticos señalan un posible doble rasero en el enfoque del rey. Y es que, tal como muchos han recordado, en anteriores mensajes oficiales dirigidos a comunidades musulmanas —como durante el Ramadán o el Eid— Carlos III no ha hecho mención alguna al cristianismo. Tampoco cuando felicita a la comunidad judía por el Yom Kipur o el Rosh Hashaná. Esta asimetría ha sido interpretada como una cesión simbólica que molesta especialmente a quienes defienden mantener una identidad religiosa clara en actos de esta naturaleza, según Xcatalunya.