Un estudio publicado el pasado mes de abril indica que musulmanes franceses altamente cualificados, a menudo procedentes de familias inmigrantes, están abandonando el país en busca de nuevos comienzos en ciudades como Londres, Nueva York, Montreal y Dubai.
De más de mil personas que respondieron a las preguntas, el 71 por ciento citó el racismo o la discriminación para explicar su elección, según los resultados de la encuesta titulada "Francia, la amas pero la vas a dejar".
Francia es una antigua potencia colonial y un país de inmigración, por lo que un gran número de sus residentes son de origen magrebí y africano.
Los hijos de inmigrantes que llegaron en busca de una vida mejor son franceses, pero muchos de ellos se sienten extranjeros en su país y “ciudadanos de segunda clase”, especialmente desde los ataques terroristas en Francia en 2015.
"El ambiente en Francia se ha vuelto muy malo", dice un banquero franco-argelino de 30 años que se prepara para partir en junio. "Estamos siendo atacados porque somos musulmanes".
Se refiere específicamente a algunos canales de noticias y periodistas que consideran que todos los musulmanes son extremistas religiosos o alborotadores.
Francia prohíbe las estadísticas raciales y religiosas, pero durante años numerosas encuestas han documentado la discriminación contra ciudadanos de origen inmigrante en las áreas de empleo, vivienda, controles de seguridad y otras.
Un candidato con un nombre tradicional francés tiene alrededor de un 50 por ciento más de posibilidades de conseguir un trabajo que alguien con un nombre árabe, según el Observatorio de la Desigualdad en su informe de 2023 sobre la relación especial de Francia con el secularismo y los frecuentes desacuerdos sobre el velo islámico, según Independent.
Olivier Esteves, colaborador del estudio, dijo al periódico Le Monde: “Existe una verdadera peculiaridad francesa en este tema. En nuestro país, las mujeres que usan el hijab están relegadas a los márgenes de la sociedad y les resulta especialmente difícil encontrar trabajo, por lo que las mujeres con velo que quieren trabajar están excluidas”.
Un francés de 33 años de origen marroquí dijo a la Agencia France-Presse: "Nos estamos asfixiando en Francia", explicando que se está preparando para emigrar al Sudeste Asiático con su esposa embarazada, "para que podamos vivir en una sociedad más pacífica donde diferentes grupos saben cómo vivir juntos”.
Este empleado tecnológico quiere escapar de la "oscuridad que lo rodea" y la "humillación" de la vida cotidiana asociada con su apellido y sus orígenes.